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martes, 8 de noviembre de 2011

Los amos de Brooklyn.


Por Antonio Fernández Munárriz.
Del 2010. Dura 132 minutos y es de EE.UU.
Dirigida por Antoine Fuqua. Dirigió a Chow Yun-Fat junto a Mira Sorvino en otra película de acción, “Asesinos de reemplazo” (1998). Esta fue la primera película en Hollywood de Chow Yun-Fat después de triunfar en el cine de acción de Hong Kong.
 Su pareja es la actriz Lela Rochon, quién ha participado en películas y series de televisión desde adolescente.
El guionista es el principiante Michael C. Martin. Alejado del mundo del cine presentó un guión a un concurso para ganarse un dinero extra mientras estaba convaleciente tras sufrir un accidente de tráfico. Aquí comienza su carrera como guionista y novelista. Es de Nueva York y trabajaba en el departamento de tránsito de la ciudad.
Tanto director y guionista son afroamericanos con una visión de la América pobre que lo aleja de pragmatismos y sermones.
La música es de Marcelo Zarvos, joven compositor brasileño para cine y televisión. Mezcla de jazz, música electrónica y rap que profundiza en la visión dramática de la película.
Destaca Richard Gere interpretando a un policía veterano llamado Eddie Dugan. Wesley Snipes interpreta a un narcotraficante llamado Caz y Don Cheadle es el policía infiltrado en una organización criminal con la única meta de ascender a detective. Ethan Hawke (Sal Procida, en la película) se recrea con un personaje atormentado: Es un policía con profundas convicciones religiosas que debe de saltarse sus creencias para ayudar a su familia. En la película es el marido de Lili Taylor. Una actriz del cine independiente americano conocida en España por su participación en la película de Isabel Coixet, “Cosas que nunca te dije” (1997).
Los actores son de primer nivel:
Don Cheadle es un actor que ha contribuido en dar a conocer la guerra en Sudán, el llamado “Conflicto de Darfur”, y ha trabajado para conseguir que  Sudan del Sur consiga su independencia.
Wesley Snipes ha conseguido reencontrarse con el público en un papel hecho a su medida después de los fiascos de anteriores producciones.
Ethan Hawke ya ha estado a punto de conseguir dos Oscar como actor y escritor de un guión, pues también es director de cine y novelista. Pareja de Uma Thurman, actriz de referencia en el cine de Tarantino.
Richard Gere se adapta a su edad y sigue conservando su aire de seductor.
Un elenco de actores que junto a estupendos secundarios consiguen dar a esta película de acción y melodrama un salto de 180 grados sobre otros thrillers.
La película retrata la vida en un populoso barrio de viviendas sociales de Brooklyn, Nueva York. La calle es un campo de batalla donde hay emoción, mucho odio y muerte.
El racismo es una constante. Sus habitantes son mayoritariamente de raza negra, pobres y marginados. La policía y los pequeños comerciantes se convierten en la representación de la América que nunca podrán ser: La clase media.
Unos son los enemigos y los otros las víctimas del rencor. Todos sufren violencia. Desde esta perspectiva el ambiente es irrespirable y solo la droga es la válvula de escape para los que no tienen futuro. En esta sociedad sin referencias éticas los narcotraficantes se convierten en personas respetables y temidas. Las relaciones sociales de la gente del barrio nos recuerdan al western: Personajes cínicos y marginales con nulo respeto por la vida humana.
Los policías son personas con problemas de adaptación. La violencia les afecta y les deprime. Asumen su derrota y la de la ley. La cámara se convierte en testigo de su desquiciada existencia. Eddie Dugan (Richard Gere) a falta de escasos días para jubilarse se despierta bebiendo alcohol y disparándose en la boca con una pistola descargada. Es un inadaptado que ha  encontrado el amor a través de una prostituta.
La narrativa de esta película violenta retrata la expresión narcisista de los personajes. Hablan del vacío de su existencia, falta de amor y reconocimiento. Los problemas psicológicos son una constante.
Jugarse la vida en una calle de una gran ciudad hace predominar el lirismo y la poesía en las imágenes. Estando en su país, la policía  se comporta como fuerza de ocupación. Incluso un policía novato muere en un tiroteo después de haber pasado por un cuerpo militar de élite, como son los Marines.
La fuerza expresiva y crueldad de los asesinatos forman parte de la mitología de la violencia pero en esta película está relacionada con una metáfora: La clase media en crisis de legitimidad y casi destruida representa a los policías como una caricatura. Los policías no están bien pagados y cometen o planifican crímenes y robos.
La polarización de la sociedad americana entre ricos y pobres asfixia a un cuerpo de policía que está al borde de la corrupción generalizada por conseguir un sueldo digno con el que salir adelante y procurarse una jubilación tras su paso por el servicio público.
El retrato de la bondad existe a título individual. Está generalizado mirar para otro lado: Un egoísmo que mantiene el circulo vicioso de la desigualdad.
La herencia de una sociedad que deja a una parte de la población en la cuneta es desoladora: Un barrio marginal. Sin educación, trabajo y futuro las medidas represivas se estrellan contra la realidad. La estrategia de mano dura contra el tráfico de drogas degenera en una guerra que se cobra víctimas inocentes y crea una inseguridad angustiosa en las calles.
La democracia y la tolerancia se paralizan creando un estado policial. La película plantea la encrucijada de la derrota patética del orden.
Es una película comercial que a diferencia de otras intenta analizar las causas de la pobreza y la exclusión social, enlazándolas con el crimen y su persecución.
Elude la estética de videoclip y alienta la seriedad del montaje por encima de los fuegos de artificio habituales en estas producciones.




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